Martin Sorrell en Madrid
Este mediodía he podido disfrutar de la presencia de Martin Sorrell, CEO de WPP, durante una conferencia que ha impartido durante la presentación de la cátedra Luis Bassat en la Universidad Europea de Madrid. Si he de ser sincero, lo primero que me ha llamado la atención ha sido su corta estatura y sus menudos pies: cuando te imaginas a un personaje que controla doscientas y pico compañías, tiene más de 100.000 empleados y 2.000 oficinas en todo el mundo, yo, al menos, pienso que debe ser un coloso.
Sin embargo, mientras le escuchaba, me ha venido a la cabeza otro paralelismo, el de Napoleón Bonaparte, bajito como él y con la misma mala leche (sino, ¿cómo habría conseguido su imperio?). Lo cierto es que si dejamos a un lado su innegable admiración por sí mismo (Sorrell es ese tipo de personas a las que le encanta escucharse y perderse en kilométricos discursos), he de decir que lo que dice tiene sentido. Su pensamiento, en sintonía más con el gran financiero de Saatchi & Saatchi que fue en lugar del creativo que se le presupondría a un tipo que vive de la publicidad, llama la atención por lo claro que tiene las cosas: para Sorrell, lo más importante ahora mismo es invertir en investigación y en Internet (de ahí la compra de 24/7 Real Media, los acuerdos con Google y el cortejo a Aegis por Synovite), porque sabe que en un mercado mundial sobreofertado es muy difícil llegar al consumidor, un consumidor- por otra parte- que ya empieza a invertir el 30% de su tiempo diario delante de un ordenador en Estados Unidos (bueno, aquí más de uno también...). Además, ha entendido que no sólo de publicidad convencional y compra de medios vive el hombre, máxime teniendo en cuenta el pelotazo de las redes sociales y los precios de los grp's televisivos...
¿Lo malo? Como buen anglosajón, cuando le preguntan algo que no le interesa responder - caso Tapsa/Ocaña, caso Burson Marsteller- se hace el loco y contesta bien lo que le viene en gana, o directamente no contesta. De Sorrell se dicen muchas cosas, pero no hay dudas de que debe ser un personaje que va a mil revoluciones, capaz de dar una conferencia en Madrid y en la misma tarde coger un avión para cerrar una compra en algún lugar remoto del planeta...
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