viernes, 15 de junio de 2007

Fernando Moraleda


Fernando Moraleda es un personaje peculiar: ex sindicalista agrario, se ganó la confianza de José Luis Rodríguez Zapatero para sustituir a Miguel Barroso al Frente de la Secretaría de Estado de Comunicación del primer gobierno del leonés, un nombramiento que entre los profesionales de la información no cuadró mucho, por cierto.


Pero, ¿Qué tiene - o qué no tiene, mejor dicho- Moraleda que no tuviera Barroso? En primer lugar, la experiencia que su antecesor albergaba en el ámbito de la empresa informativa y la comunicación corporativa (Barroso fue jefe de gabinete del ministro de cultura José María Maravall y vicepresidente de FNAC, mientras que Moraleda ha sido secretario general del sindicato UPA). Por otro lado, otro aspecto que diferencia a ambos personajes es su concepción de la Comunicación: mientras Barroso era un estratega que prefería quedar en un segundo plano, han sido multitud las ocasiones en las que Moraleda ha salido al ruedo mediático para actuar como portavoz del gobierno y descargar así a María teresa Fernández de la Vega.


Barroso supo retirarse a tiempo antes de sufrir un descalabro: sentó las bases de la Comunicación de Moncloa para recogerse en Casa de América, donde actualmente ejerce como Director General y se dice además que sigue dando consejos al Presidente. Mientras tanto, Moraleda ha visto cómo en los últimos tiempos su puesto era seriamente cuestionado, sobretodo por Alfredo Pérez Rubalcaba, quien prefirió tomar las riendas del partido durante el abobinable atentado perpetrado en la T4 del aeropuerto de Barajas.

Os preguntaréis, ¿por qué habla ahora de Moraleda? Simplemente porque esta semana ha vuelto al ruedo mediático, primero en una conferencia organizada en Cádiz por el Grupo Joly y después en la entrega de los premios Tiflos de Periodismo (ceremonia en la cual, por cierto, adelantó que el ejecutivo va a sustituir la palabra discapacitado por dependiente..., entre otras perlas). Además, es un claro ejemplo de cómo para Comunicar, y máxime en política, no basta con alguien que te escriba los discursos...



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