Debate electoral: en el país de los ciegos...
¡Qué grande es el refranero español! Digas lo que digas, siempre puedes tirar de algún que otro dicho para defnir con sorna una situación. En este caso, el tuerto es Zapatero, no porque tenga algún problema ocular (¡ojalá Mariano tuviera esos ojazos!), sino porque cuando dos contrincantes son tan malos, resulta ganador el menos malo.
Tras los debates organizados por la Academia de Televisión (que han servido para que Campo Vidal, cual Lázaro, resucitara de su 'tumba' profesional), podemos extraer dos conclusiones: la primera es que los valientes que aguantaron hasta después del descanso se merecen la condecoración más alta de la nación, y la segunda es que definitivamente Rajoy no ha nacido para ponerse delante de una cámara.
¿Qué decir del debate? básicamente, que no se puede concebir como debate la exposición aislada de dos 'programas' electorales. Olga Viza logró pasar aún más desapercibida que el animoso Campo Vidal, del mismo modo que ambos contendientes volvían a engancharse en disputas absurdas, en este caso encarnada en el contenido de la primera pregunta formulada por Rajoy en las Cortes al presidente. Irrealidades aparte, dar un tirón de orejas a la realización, que perjudicó a los dos candidatos en los dos debates: en el primero a Rajoy y en el segundo a Zapatero. ¿El motivo? Cada vez que el candidato situado a la izquierda de la moderadora (derecha del telespectador) enseñaba una de esas gráficas tan simplistas, resulta que entre la sobrexposición de la luz y el plano del candidato la audiencia siempre se quedaba con las ganas de ver qué decían.
Por otro lado, cuando el candidato popular estaba rehaciéndose de la metedura de pata que suposo la utilización de la ya famosa miña durante el cierre del último debate, va y ¡zas! vuelve a mentarla...¡impresionante!
Conclusión: los debates, además de alimentar a esa lacra de opinólogos que picotean de tertulia en tertulia y cadena en cadena, sirvieron de poco: únicamente para que TVE cobrara casi cien millones de pelas en publicidad...por cabeza. ¡Olé!


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